Creo que cuando no sabes por
dónde empezar debes ser sincero. No lo digo porque yo esté enamorado de la
verdad, sino porque ser sincero te ahorra, al menos, una mentira: la primera.
Si mintieras, probablemente tras esa primera mentira tendrías que inventarte
algunas más. Y para qué complicarse teniendo la solución tan cerca.
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Diego Armando Maradona |
La realidad es que no sé casi
nada sobre nada. Hace unos años habría dicho exactamente lo contrario. Que sé
casi todo sobre todo. Pero al final aprendes que eso de que el necio habla y el
sabio calla es tan cierto como que yo antes no cerraba la boca. Por suerte, eso
nunca me ocasionó demasiados problemas. De hecho, nunca he tenido una discusión
fuerte con alguien más allá de las rencillas nimias del día a día. Y tampoco me
he tenido que pelear con nadie. Ni lo pretendo hacer nunca, por supuesto. Puede
que la libertad de mis principios deba acabar donde empiece la intención de volverse
violento de aquel a quien le molesten. Aunque también puede que deba fortalecer
el compromiso con mis principios. Como de costumbre, no tengo ni idea. Sigue
habiendo muchas cosas que no sé, como por qué los bolígrafos vuelven a
funcionar después de pintar en la suela del zapato. No sé qué tipo de relación
comercial tendrán montada las empresas de calzados y las de bolígrafos, pero
está claro que saben más que nosotros.
Tenemos que saber más. Hay que
aprender. Pero también hay que aprender a aprender. A lo mejor la lección no te
la da el profesor que te esperabas. Porque el profesor casi nunca es el que te
esperabas. Por ejemplo, un aeropuerto te puede enseñar muchísimas cosas:
idiomas, educación cívica, el verdadero significado de la paciencia y que un
café con una tostada no vale ocho euros. El aeropuerto es de esos profesores
duros con los que aprendes por las malas. No hay ninguna oportunidad de acertar
a la primera. Pero también existen profesores blandos que predican con el
ejemplo. Maradona es uno de ellos. Hace poco, se filtró que un equipo
argentino, Gimnasia y Esgrima, estaba negociando con él para ficharle como
entrenador y Diego lo desmentía en redes sociales hasta que se hizo oficial.
Nunca digas nunca y no vendas la piel del oso antes de cazarlo. Lecciones
aprendidas. Maradona tiene que ser de esas personas que tiene una historia que
contar sobre todos los temas del mundo. Debe saber muchísimo, porque no ha
dejado de ir a aeropuertos nunca.
Pero donde mejor se aprende es en
la calle. Un periodista preguntaba sus impresiones a los hinchas que iban a ver
el primer entrenamiento de Maradona con Gimnasia. Le plantó el micrófono a un
niño de no más de doce años y le dijo: “¿A quién venís a ver?”. “A Gimnasia”,
respondió el niño. “No, venís a ver al Diego”, le quiso corregir el periodista.
“No. Vengo a ver a Gimnasia, el cuadro de mi corazón. Que esté Maradona no
cambia nada”. Sí señor. Con la verdad por delante y sin mentiras. Ergo, sin
complicaciones adicionales. Está claro que el bolígrafo de ese niño es el que
mejor pinta de toda Argentina. Y que lo compró en un aeropuerto.
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