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Asier Garitano: retrato de un tipo consciente

          Resulta difícil encontrar en el mundo del fútbol a tipos conscientes de su situación. Tipos que sepan en qué lugar están, cómo es ese lugar y qué les supone estar en él. También se admite que puede ser complicado percatarse de ello. Encontrarse a sí mismo nunca es sencillo, es un proceso largo. Y si situamos esa búsqueda dentro de este contexto, aún más. Por eso, se agradece mucho que, de vez en cuando, aparezca alguien que sepa de lo que le estás hablando. Que te responda con un "sí, lo sé" cuando le hables de la burbuja del balompié. Que ame mucho este deporte, pero que sepa mirarlo con otros ojos de vez en cuando.


          Uno de esos tipos es Asier Garitano, actual entrenador del C.D. Leganés, aunque dejará el club cuando termine esta temporada. Así lo anunció en una rueda de prensa que sirvió de despedida. Pude "colarme" en el acto, y tuve la oportunidad de ver cómo la sala de prensa se hacía aún más diminuta con tantos periodistas, empleados del club y personas en general. Había incluso algún aficionado allí dentro, por lo que me temo que no fue tan heroico y difícil entrar. Junto a mí, un compañero y amigo periodista se preparaba para transcribir las palabras del míster en su teléfono móvil. Le pregunté que cómo era posible que hubiera tanto hincha sin acreditación, ya que mucha gente llevaba bufandas del Leganés. "No son hinchas. Son periodistas". Efectivamente. Los mismos que se identificaban con los colores del equipo, eran quienes pedían el turno de palabra con impaciencia. Fue una lección de realidad. A veces, hay que dejar la imparcialidad a un lado...

          Asier Garitano es un tipo consciente, trabajador y normal. Muy normal. A veces, demasiado. No es muy dado a los discursos, y de sus palabras no se suele poder sacar mucha información, pues no es lo que pretende. Sin embargo, en todas y cada una de sus intervenciones se encuentran implícitos mensajes y detalles que hacen ver que Asier sabe que está dentro de la burbuja futbolística de la que hablábamos antes. Sabe dónde está, pero, sobre todo, sabe de dónde viene. Concretamente, de entrenar a conjuntos modestísimos, en especial al equipo de la AFE, formado por futbolistas en paro. Llegó al Leganés cuando el club estaba en Segunda División B, con el objetivo de hacerle crecer. Lo deja en Primera División, salvado matemáticamente desde el mes de abril y con el hito de haber conseguido llegar a las semifinales de la Copa del Rey. Y su discurso sigue exento de metáforas y de palabras impactantes, pero aún tiene el mismo potencial oculto.

          "Hemos crecido mucho. Ha sido impresionante. Tenemos hasta cocineros y chófer. Hay mucho que agradecerle a los empleados del club. Ellos son los verdaderos galácticos". Esos pequeños detalles que resalta Garitano son los que te hacen caer en la cuenta del tipo de persona que es. Su calidad humana sale a la luz cuando lo primero que hace es obviar sus logros deportivos para anteponer los logros del club. Aprecia tener equipo de cocina y chófer, dos de las cosas más comunes en los clubes de élite. Se acuerda de todos los empleados, y se lleva una lección o un consejo de cada uno de ellos.

          "También quiero acordarme de Martín (Mantovani). Ha sido y es muy importante para mí. Le pedí que representase al equipo y a la ciudad, y lo ha hecho de la mejor manera posible". Asier entendió que lo primero era la calidad humana, el ser buena persona. Representar a la ciudad y al equipo de la mejor manera posible. Eligió para ello a Martín Mantovani, un combativo defensa argentino que captó el mensaje a la primera y que ha terminado siendo el ídolo de la afición del Leganés. Martín es otro feligrés del infrafútbol. Un tipo que, tras su primer entrenamiento en el humilde equipo madrileño bajo las órdenes de Garitano, dijo: "Estoy muy agradecido, porque me abrieron las puertas con enorme amabilidad. Para devolverles la gentileza, dejaré todo por esta camiseta". Este fútbol se alimenta a base de emociones y de feedback. El fútbol es de los futbolistas. Son parte fundamental de este deporte. Y la parte indispensable del juego. Es por eso por lo que gusta tanto ver a jugadores comprometidos y conscientes como Martín en la élite.

          "El club no me echará de menos, está muy por encima de cualquier persona. El Leganés es parte de mi historia, pero yo soy solo un entrenador más de la suya". No se siente un héroe. Todo lo contrario. Habla como el bombero que se aleja de las cámaras tras rescatar a una familia de un edificio en llamas. Habla como la cirujana que no quiere que pongan su nombre en el artículo que escribirán sobre la operación que le ha llevado más de quince horas. Asier habla como aquel que dijo que no vestiría traje, porque entrena al equipo de una ciudad obrera, humilde y trabajadora como Leganés. Y el entrenador del equipo de la ciudad debe ser su reflejo. De hecho, Leganés le nombró hijo adoptivo. Y los hijos, como el propio Garitano indicó, "nunca se van del todo". Siempre habrá un poco de Garitano en el Leganés. Pero no habrá punto de comparación con la cantidad de 'Lega' que existirá siempre en Garitano.

          Le preguntaron el por qué de su marcha. Sin enfados ni rencores. Por pura curiosidad. Por qué un entrenador que no hace más que triunfar decide salir del mejor sitio en el que ha estado en su carrera. La respuesta fue simple: "Sentí que era el momento. Después de lo del Madrid, creí que no podía hacer nada más". Garitano tocó el techo del infrafútbol. No solo lo tocó. Lo martilleó, lo rompió y lo atravesó. No hay nada que haga más feliz a un hincha de un equipo pequeño que doblegar a un gigante del panorama nacional. Someter a uno de los pilares sobre los que se mantiene la idea del fútbol moderno. Llena de alegría vencer al paradigma futbolístico monetario usando unas armas tan accesibles como la entrega, el sacrificio o la solidaridad. Mola mucho derrotar a esa concepción del balompié. Una concepción relatada desde el egoísmo y la mala percepción que se tiene del fútbol. Esa ojeada miope que se le echa al deporte rey en este país. Correcta, sí, pero parcialmente solo. El fútbol es más que eso. Va más allá de peinados extravagantes, de coches caros y de contratos multimillonarios.

          El fútbol, como dijo Asier (o dejó entrever, como hace siempre), son sentimientos y momentos. Momentos como ganar un partido en el último minuto, como perder en la última jugada, como conseguir un ansiado y luchado ascenso, o como bajar de categoría tras todo un año luchando. El fútbol son frases y lecciones que oyes y aprendes de la gente futbolera. Una gente que ha aprendido a actuar en la vida real tras haber simulado cualquier situación posible en la vida paralela que se vive en la grada o en el césped. Y que ha experimentado todos los sentimientos y emociones que se pueden tener gracias a los momentos que el fútbol les brinda. Sentimientos como la euforia, la rabia, la más trabajada realización o la más profunda tristeza. Eso es el fútbol. El fútbol que merece la pena. Por el que hay que enorgullecerse y por el que no debemos perder la fe.

          Garitano ha vivido muchos momentos, ha oído múltiples frases, ha aprendido muchas lecciones y ha experimentado todos los sentimientos y emociones posibles en el mundo del fútbol. Es de esos tipos por los que merece la pena amar este deporte y dedicarse a analizarlo y contarlo. Un hombre consciente del sitio al que ha llegado. Pero aún más consciente del camino que ha recorrido para eso. Un hombre que nos demuestra que el fútbol sigue siendo nuestro. De la hinchada, de los barrios y de los jugadores formados en campos de tierra. Protagonistas de un retrato de lo que más se parece a la vida: el fútbol.

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