
Uno de esos tipos es Asier Garitano, actual entrenador del C.D. Leganés, aunque dejará el club cuando termine esta temporada. Así lo anunció en una rueda de prensa que sirvió de despedida. Pude "colarme" en el acto, y tuve la oportunidad de ver cómo la sala de prensa se hacía aún más diminuta con tantos periodistas, empleados del club y personas en general. Había incluso algún aficionado allí dentro, por lo que me temo que no fue tan heroico y difícil entrar. Junto a mí, un compañero y amigo periodista se preparaba para transcribir las palabras del míster en su teléfono móvil. Le pregunté que cómo era posible que hubiera tanto hincha sin acreditación, ya que mucha gente llevaba bufandas del Leganés. "No son hinchas. Son periodistas". Efectivamente. Los mismos que se identificaban con los colores del equipo, eran quienes pedían el turno de palabra con impaciencia. Fue una lección de realidad. A veces, hay que dejar la imparcialidad a un lado...

"Hemos crecido mucho. Ha sido impresionante. Tenemos hasta cocineros y chófer. Hay mucho que agradecerle a los empleados del club. Ellos son los verdaderos galácticos". Esos pequeños detalles que resalta Garitano son los que te hacen caer en la cuenta del tipo de persona que es. Su calidad humana sale a la luz cuando lo primero que hace es obviar sus logros deportivos para anteponer los logros del club. Aprecia tener equipo de cocina y chófer, dos de las cosas más comunes en los clubes de élite. Se acuerda de todos los empleados, y se lleva una lección o un consejo de cada uno de ellos.

"El club no me echará de menos, está muy por encima de cualquier persona. El Leganés es parte de mi historia, pero yo soy solo un entrenador más de la suya". No se siente un héroe. Todo lo contrario. Habla como el bombero que se aleja de las cámaras tras rescatar a una familia de un edificio en llamas. Habla como la cirujana que no quiere que pongan su nombre en el artículo que escribirán sobre la operación que le ha llevado más de quince horas. Asier habla como aquel que dijo que no vestiría traje, porque entrena al equipo de una ciudad obrera, humilde y trabajadora como Leganés. Y el entrenador del equipo de la ciudad debe ser su reflejo. De hecho, Leganés le nombró hijo adoptivo. Y los hijos, como el propio Garitano indicó, "nunca se van del todo". Siempre habrá un poco de Garitano en el Leganés. Pero no habrá punto de comparación con la cantidad de 'Lega' que existirá siempre en Garitano.

El fútbol, como dijo Asier (o dejó entrever, como hace siempre), son sentimientos y momentos. Momentos como ganar un partido en el último minuto, como perder en la última jugada, como conseguir un ansiado y luchado ascenso, o como bajar de categoría tras todo un año luchando. El fútbol son frases y lecciones que oyes y aprendes de la gente futbolera. Una gente que ha aprendido a actuar en la vida real tras haber simulado cualquier situación posible en la vida paralela que se vive en la grada o en el césped. Y que ha experimentado todos los sentimientos y emociones que se pueden tener gracias a los momentos que el fútbol les brinda. Sentimientos como la euforia, la rabia, la más trabajada realización o la más profunda tristeza. Eso es el fútbol. El fútbol que merece la pena. Por el que hay que enorgullecerse y por el que no debemos perder la fe.
Garitano ha vivido muchos momentos, ha oído múltiples frases, ha aprendido muchas lecciones y ha experimentado todos los sentimientos y emociones posibles en el mundo del fútbol. Es de esos tipos por los que merece la pena amar este deporte y dedicarse a analizarlo y contarlo. Un hombre consciente del sitio al que ha llegado. Pero aún más consciente del camino que ha recorrido para eso. Un hombre que nos demuestra que el fútbol sigue siendo nuestro. De la hinchada, de los barrios y de los jugadores formados en campos de tierra. Protagonistas de un retrato de lo que más se parece a la vida: el fútbol.
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